martes, 27 de diciembre de 2011

II Fragaria vesca

  Ella estaba esperando en el puesto de frutas del mercado cuando le conoció; fresca y lozana con esas pecas que tanto le enorgullecían, sentía que le hacían ver mas hermosa, mas apetitosa, casi tan fresca como en la mañana cuando el agua fría cubrió todo su ser y le renovaban energía para su larga y triste jornada.

 El se paro muy cerca de ella, la miro y un brillo ilumino su rostro curtido por las duras jornadas de trabajo en el mercado, por el sudor y el calor del sol sobre su piel, con una eterna capa de sudor que bañaba sus brazos desnudos y tostados, sus brazos fuertes de cargador y trasparentaba la raída playera que se ajustaba a su fuerte cuerpo de hombre.

 Ella sabía que el la deseaba, le gustaba esa sensación de ser observada y se quedo estoica frente a el, luciendo la redondez de su figura y permitiendo que el viento regara su perfume mientras el, disimuladamente, se acerco mas y mas a ella hasta quedar separados solo por unos pocos centímetros, mientras que aquel extraño efebo, con una sonrisa que se antojaba infantil le miraba embelesado completamente extasiado por la perfección de ella. 

 Y tras un instante que se le antojaba eterno y doloroso quedo hipnotizada ante los carnosos labios que escondían unos lindos dientes aperlados, perfectos a su punto de vista, de hecho los dientes mas hermosos que nunca antes había mirado; y no es que hubiese visto muchos dientes en su vida pues francamente nunca les ponía atención, pero era algo digno de ver. Algo demasiado delicado como para pertenecer a un hombre como el, unos labios carnosos y unos dientes perfectos que en comunión creaban una armoniosa sonrisa de hombre, una cálida sonrisa que le hizo olvidar todo y ansiar el tacto de esos labios, necesitaba esos labios, los tenia que tener y sin que se diera cuenta de como fue, se sintió envuelta en el tacto de sus dedos masculinos. Una mano fuerte, cayosa y firme que la tomaban de el modo mas delicado del que nunca había sido sujetada, era irresistible dejarse llevar por esa mano, irresistible permitir el acercamiento y le inyectaban confianza en si misma, no le importaba nada mas que unirse a esos labios en un beso eterno y delicado, no le importo que frente a todo el mercado le acariciara de ese modo y sintió que perdía todo el control cuando su cálido aliento acariciaba su piel

  Ella estaba henchida de tanta felicidad y por primera vez en su vida, sintió el fluir de sus jugos dentro de si misma, estaba lista para entregarse, ansiaba entregarse y estuvo a punto de reventar de deseo cuando el acerco su piel a sus labios, supo que el motivo de su vida era ese momento, todo quedaba justificado en ese beso y cuando su lengua juguetona rozo sus pecas enloqueció de gusto mientras el, perverso y castigador, le dio una pequeña mordida que la hizo explotar, sus jugos se derramaron y no le importo saber que eso era todo, no sintió dolor cuando el succionaba su vida en un lento y sensual beso que los convertían en un mismo ser.

 Y todo termino allí, casi tan rápido como empezó. La marchanta, malhumorada y hastiada por su tediosa rutina le pidió cinco pesos a aquel hombre por la pieza que acababa de comerse mientras el, siguió su camino luciendo un rosado tinte en sus labios, único vestigio de su fugaz romance con la que fue, la fresa mas deliciosa que había comido en toda su vida

1 comentario:

  1. No inventes está buenisimo sobre todo el final no te lo esperas transportas la mente

    ResponderEliminar